Una consulta de 5 minutos no es medicina
Iago López Gálvez
Médico de Familia
Antes de desarrollar esta entrada que ya imaginarás de qué trata, te invito a leer conmigo unos pequeños fragmentos del capítulo 1 del Harrison de Medicina Interna. Sí, ese mítico libro que sale en todas las series de médicos y que atesoro en mi casa, en mi despacho y en mis dispositivos electrónicos. Fíjate en qué locuras dice:


Después de leerlo probablemente habrás pensando «cuánta razón» y posiblemente una risa floja e indignación por unas cuantas veces, y más cuanto más recientes, en las que has ido a un médico que apenas apartó la vista de la pantalla del ordenador y mucho menos se levantó a explorarte y te hizo pensar que el estetoscopio lo usa para conjuntar con la bata. También dice algo sobre eso:

Como digo, es algo cada vez más endémico de nuestro sistema. Yo mismo he estado a punto de convertirme en ese médico en un par de ocasiones de mi vida y me libré por pegar un volantazo a tiempo.
¿De dónde viene esta deshumanización del trato? En mi caso concreto lo tengo claro: de la deshumanización de nuestro sistema, del cual son creadores y partícipes nuestros directivos (y aquí no se salvan ni los gestores de los sistemas privados ni los de los sistemas públicos) y en última instancia nos acabamos volviendo nosotros, médicos y pacientes, partícipes también.
En nuestro trabajo (y me consta que en casi todo: en educación, en banca… ¡Hasta en la Guardia Civil de Tráfico!) se tiende a una exigencia de «productividad» cada vez más alta. Pero una productividad que por supuesto es cuantitativa, no cualitativa: muchos actos médicos por hora; pero que el paciente salga con el problema resuelto o al menos enfocado no es tan importante, que del encuentro resulte un daño permanente por mal diagnóstico… gñé, eso no sale en las estadísticas. Lo importante es mostrar mi genialidad a los que estén «arriba»: he logrado que se hagan más actos médicos por mes conteniendo el gasto, he logrado crear duros a cuatro pesetas. Soy un gestor excepcional.
Ni que decir tiene que en todos los trabajos esto conlleva no sólo una calidad profesional pésima, sino una mayor tendencia al burnout profesional y una conflictividad con el usuario de cualquiera de los servicios, pero en medicina esto además atenta contra la salud y la esperanza de vida de los pacientes. Cuanta más calidad de la asistencia, más pacientes vivos y sanos, así de simple.
Y digo que médicos y pacientes acabamos siendo partícipes cuando «tragamos» con la normalización de esta asistencia médica. También es verdad que normalmente no tenemos otra opción: si eres un sanitario, tampoco es tan fácil liarte la manta a la cabeza si trabajas como asalariado, porque hay que traer el pan a casa y tienes poca libertad de acción si «por decreto» te han citado un paciente cada 3-5 minutos. Tampoco es fácil si eres paciente: No vamos a dejar de ir al médico porque más vale una consulta corta que no tener médico, evidentemente.
Pero sí hay algo que podemos hacer, al menos en mi opinión, para defendernos de algo que finalmente va a acabar causando daños irreparables en los pacientes y con todos los médicos de baja psicológica. Uno de ellos es, por parte de los médicos, no aceptar soluciones «laterales»: Si estás en huelga porque quieres más tiempo por pacientes, no aceptes la solución alternativa de quitar el complemento de vinculación para poder ir a la privada. No aceptes una discreta subida salarial, porque ese dinero sólo va a aumentar ínfimamente tus ganas de ir a trabajar unos pocos meses, pero tu trabajo va a seguir siendo una mierda pinchá en un palo y además ahora dependes más de ellos porque te has adaptatdo a un mayor nivel de ingresos y ahora «los necesitas». Te va a costar mucho más trabajo hacer un plante si llega el momento. Lo sé porque lo he vivido.
En definitiva, si peleas por una mejoría en la calidad de tu trabajo, mi humilde consejo (y digo humilde literalmente porque sé que no soy más sabio que cualquier compañero, sólo tengo una perspectiva adicional por algunas experiencias un poco distintas que he vivido) es que te mantengas en tu objetivo y no aceptes regalos envenenados. Tus jefes saben lo que hacen y no dan puntada sin hilo.
Y si eres un paciente, sí; también hay cosas que puedes hacer: Cuando estés desesperado en la sala de espera, valga la ironía, antes de entrar como una hidra en el despacho del médico, plantéate si el enorme retraso que lleva es porque se está rascando la barriga o porque le han citado pacientes con una cadencia que no es físicamente posible de llevar o el han cargado un mar de burocracia entre pacientes. Es muy probable que el retraso de hoy se deba a una agenda fantasiosa sobre la que el médico no tiene NINGÚN poder. Estás haciendo lo mismo que si le echas la bronca a la cajera del súper porque el café está carísimo. Ella no pone los precios, no seas mezquino y no hagas de su jornada laboral algo todavía más insufrible.
¿Significa esto que tengas que tragar? En absoluto, pero es mejor redirigir tu furia, puedes usar la hoja de reclamación para protestar por ese retraso y tu sensación de que es debido a la saturación y no al trato del médico (porque si no pones nada ya te digo yo que harán responder la hoja al médico porque considerarán que es culpa exclusivamente suya).
Y oye, si el médico tiene la suerte de ser su propio jefe y fija su agenda, como somos yo, que tengo la suerte de poder poner huecos de media hora por paciente, o cualquiera de los de este centro médico, entonces sí, muy probablemente somos responsables de nuestra mala gestión del tiempo (o que el paciente de delante precisa que le dediquemos tiempo extra porque, de nuevo, la medicina es individalizada y no hay un tiempo absoluto de consulta) y tendrás derecho a protestarnos a nosotros (pero de nuevo no dispares al mensajero: las recepcionistas no tienen ninguna culpa de ese retraso, la tengo yo).
Tampoco es mi intención enfervorizar a las masas. El objetivo de este artículo es que, como mínimo, recordemos nuestro deber moral de no normalizar la pseudomedicina de las consultas de 5 minutos. La medicina es otra cosa, es mucho más, y cuando no nos la permiten, haremos bien en culpabilizar a los verdaderos culpables y no al sanitario o al paciente que tenemos enfrente en ese momento en que nos acabamos de enfadar (repite conmigo: la cajera no tiene la culpa del precio del café). Nos comportaremos de un modo más justo y también más útil, porque recuerda: los gritos que le pegas a tu médico/tu paciente no los escucha el Consejo de Sanidad ni el presidente de «Seguros Pepe, tu salud es lo primero». Su chalet con piscina está muuuy lejos de esa consulta, física y metafóricamente hablando.
Y por último, te enseño la primera imagen que le aparece a un estudiante de medicina en el primer capítulo cuando abre el famoso Harrison, junto con una foto del insigne médico en cuestión. Por supuesto que hay médicos imbéciles de nacimiento, pero muchos nos metimos en esto con esa ilusión, unos pocos la mantenemos y muchos han caído por causas fundamentalmente ajenas a su elección. Larga vida al Dr. Harrison:

Juan
Muy buena reflexión sobre la situación que se viene arrastrando y va de mal a peor. Es inhumano la atención primaria.
Y de acuerdo en todo.
Solo añadir que ademas de poner la oportuna reclamación, que prácticamente no vale para nada, es muy sano el interponer un queja formal por el registro a los organismos superiores, como son las oficinas de dependientes, Servicio de Atención al Paciente del Hospital (nunca al del centro de salud de turno porque cae en saco roro), Valedor do Pobo y por supuesto si el tema es reiterativo y grave, acudir a un juzgado.
No estudies medicina porque sacas buenas notas - Centro médico Pontevedra
[…] El entorno profesional y el estado actual de la relación médico-paciente no atraviesa sus mejores días, como puedes ver en la anterior entrada de este mismo blog (puedes encontrarla haciendo click aquí en esta misma frase). […]